El pasado 26 de noviembre, en un abarrotado teatro Calderón de Motril, con más de 300 personas de público, se presentó el libro Sólo nos queda el recuerdo (Guía sentimental y literaria de Motril) que recoge 7 años de intenso trabajo documental por parte de su autor, el escritor y médico Jesús Cabezas Jiménez.
Sólo nos queda el recuerdo se mueve a caballo entre el ensayo, la autobiografía y la novela. Y, como no podía ser de otra forma, con un trasfondo poético que se vislumbra desde la primera hasta la última de las casi 900 páginas que conforman este espléndido libro.
El libro, como reza el subtítulo del mismo, plantea 10 rutas, 10 itinerarios literario-afectivos a través de la geografía urbana y sentimental del Motril de los últimos dos siglos. Son 83 los escritores que aparecen perfilados en estos 10 capítulos propuestos por Jesús Cabezas para conocer una histórica ciudad de Motril que, por diversos avatares, no ha sido dada a conocer en la dimensión que su riqueza arquitéctonica, histórica y cultural merece. Es, por tanto, para su autor, "una obligación moral para con su pueblo, un deber necesario para rescatar del olvido la memoria de tantísimos escritores ilustres nacidos o vinculados a Motril".
Para mí fue un auténtico honor que Jesús Cabezas contase conmigo como uno de los 83 escritores motrileños perfilados en el libro. Aunque nacido en Cataluña, soy de padres motrileños y he estado, y estoy, y estaré, muy vinculado a esta ciudad que siempre me ha acogido como uno más de los suyos, en la que me encuentro como en casa. Jesús Cabezas me pidió un poema para el libro. Éste es el poema que escribí, que hace mención a la Calle de las Escobas, donde vivió mi padre hasta que emigró al norte, en busca de oportunidades de futuro.
Este es un libro que, aunque pudiera parecer localista (pues se circunscribe únicamente al ámbito de Motril) está escrito con el registro universal de rescatar la memoria. Es una joya literaria. Tanto para el que quiera descubrir la ciudad en una próxima visita como para el que quiera disfrutar, simple y llanamente, de espléndida literatura.
CALLE DE LAS ESCOBAS
.........(Nocturno)
......................A José García Guardia "el Zoca", mi padre
Esta noche, en la calle de las Escobas,
el viento del norte no barrerá, con su soplo,
la luz secreta de los recuerdos.
Esta noche la calle volverá a ser de tierra,
de sal, de quejido, de sudor, de hambre azul,
de mar sin red, de ayer y polvo.
Un hombre la recorre lentamente.
Aquí vivió acabada la guerra. Aquí duermen
los fantasmas de una infancia
de rodillas peladas, de pies descalzos,
de amplias sonrisas, dulces como cañas.
Sus pasos, desde la calle de San Miguel,
resuenan con la emoción de un reencuentro,
con el repique de una lluvia interior,
de una lluvia cosida al azul de sus ojos.
Frente al número uno, donde viviera,
donde ultimara un día la maleta de los sueños,
se detiene un instante, un instante eterno.
En sus recuerdos, en los paisajes tejidos
con el pañuelo húmedo de las distancias,
la calle parecía más ancha, y más alta la casa.
Pero la casa no es la misma. Y sí es la misma.
Sí en su corazón, en su memoria, en su alma...
La casa de la infancia jamás desaparece. Jamás
dejamos de llamar a su puerta y visitarla.
Y este hombre sigue su camino. Atrás quedan
los ecos de voces de mujeres sentadas a la puerta,
las historias de quienes no están y fueron
familiares y compadres, las voces amigas
de Miguel Mejías y Joaquín "el Mota",
la sonrisa de Adelina "la Laguera" en la terraza:
las huellas de una vida antigua que la lluvia
borra con sus escobas de lágrimas, los sueños
que jamás se cumplieron y siempre dejaron
sabor de mar entre las manos vacías y calladas.
Esta noche, esta noche sin luna en la alcayata,
la calle de las Escobas ha vuelto a vestirse
con la túnica gris del tiempo lejano, con la tristeza
del hombre que tuvo que abandonar su tierra
y regresa por la acera añil de la nostalgia.
José Luis García Herrera