miércoles, 20 de junio de 2012

RESEÑA DE "HIELO", por VÍCTOR M. PÉREZ BENÍTEZ


El poeta malagueño (aunque nacido en Motril, con quien comparto origen sureño y mediterráneo) Víctor M. Pérez Benítez ha publicado en su blog (siroco-encuentrosyamistad) una reseña sobre mi libro "Hielo". La misma que, muy agradecido y honrado, os dejo a continuación. Muchas gracias Víctor por tu visión, por tus impresiones y por tu amistad.



Vuelvo a releer “Hielo” el poemario del poeta catalán José Luis García Herrera premiado en 2011 con el Premis Rei en Jaume organizado por el Ajuntament de Calvià con la necesidad de volver a refrescarme con su abanico de frescura que calme ésta vida tan acaloradamente dispersada por la crisis diaría de la prima de riesgo y otras zarandajas tan imperiosamente presentadas en todo momento y a toda hora en nuestras vidas, vida de hormiguitas zarandeada por la mano invisible del mercado.

Leo a mi amigo cercano en la sangre de la tierra (los dos procedemos de la rica y fértil vega de Motril) a la vez que leo a mi amigo Blas de Otero en una Antología también para mi totalmente imprescindible para éstos momentos; dice el poeta bilbaíno que la escritura como la vida es viento ligero y que publicar es como columnas arrinconadas, muy cierto y tan cierto como la necesidad de asistir a aprender y disfrutar de la vida sorbiendo éstas columnas que la necesidad hizo dirigir en la mano de los poetas.

El poemario de José Luis García Herrera, como toda su obra, está marcada por la sencillez y la fuerza de la nostalgia, le evocación de imágenes que produce su lectura es intensa por la emoción y el equilibrio que dirige su pluma, de hecho éste “Hielo” contiene algunos poemas que nos inducen al rescate de algunas de sus estrofas para elaborarlas y recrearlas como propias:

“ Soy un náufrago de nieve que huye sin documentos/frente a un mar con voces de sodio y de antracita/escribiendo la huella azul de mi silencio.”

La orfandad del silencio y de la lluvia de los violines, el azul del mediterráneo que acompaña en todo momento al poeta, las voces del tiempo y de la nostalgia que siempre marcan los pasos de la vida en todo momento y en todo lugar.

Es hermoso el poema “La sombra del silencio”donde el poeta encuentra su destino en el propio naufragio de la soledad, pero una soledad no ausente de otras porque siempre el hilo inextinguible e irrompible le une a las almas de sus otros yo:

“la vida es un hilo de sangre que une dos silencios/ en la larga noche de las huellas sin nombre.”

Y finalmente admite la pequeñez de su existencia con ésta estrofas magistralmente compuestas en una sonoridad y un ritmo extraordinario:

“soy huésped de mis ruinas. Todo lo que levanté/ no evitará mi pasaje al olvido, ni vendrán /caballos de la mar a calzarse mi nombre; allí/ donde aprende su lugar la sombra del silencio.”

Pero es en la ausencia donde el poeta encuentra su angustia más atroz y desesperada, allí José Luis García Herrera nos muestra el mayor de sus poderes, la fuerza pura de lo poético, el equilibrio del dolor que la ausencia destila en palabras poéticas como en ése breve poema “Veneno”:

“No hay palabras que cierren/las heridas del silencio. Ni miradas/que escarben más allá de la sombra./El paso lejano de la noche/aviva el deseode la mujer que añoras./Besas el perfume caído en las esquinas/de las almohadas. No hay veneno/más amargo que el frío de la ausencia.”

Así hasta veinticinco poemas, en ellos encuentras el cuaderno de viaje de una estancia en el norte de Europa, es un cuaderno de la propia vida contemplada como verdadera aventura, donde el poeta capta la esencia de los instantes como dice la frase que acompaña a su último poema “A su manera”: “En lo profundo hallarás lo verdadero”

Un poeta sin duda profundo y verdadero, donde como escribe finalmente: “No es el frío ni el hielo lo que temo;/ni ésta ciudad de cielos cubiertos y brumosos,/ni esta casa pequeña y en penumbras. /Es otro frío más intenso y crudo. Es el hielo/abrazado al puente de todas las distancias,/el arco negro de la ausencia, a las cartas/que hablan de otgro mar y de otras plazas./En lo profundo hallo la razón de mis desvelos./Y así, conociendo el lado de las sombras/donde pierdo la fe de mis palabras,/he salido a recorrer esta ciudad con otros ojos/y he aprendido a amar lo que por distinto/no deja de ser hermoso a su manera.”

Es en la sombra creadora donde nos encontramos maestro, es la umbría donde nuestras almas se encuentran y se reconocen, gracias por estar maestro, gracias por tener la posibilidad de acercarme a tu viento ligero aunque se encuentre arrinconado en columnas.

Víctor M. Pérez Benítez

lunes, 11 de junio de 2012

RESEÑA DE HIELO por JOSÉ LUIS ZERÓN HUGUET


El poeta oriolano José Luis Zerón Huguet, con quien comparto poéticas y amistad desde más de dos décadas, ha publicado una (permitánmelo decir) excelente reseña en la revista digital Minuto Cero.es. Desde este blog quisieraa manifestar mi agradecimiento a José Luis Zerón por el minucioso estudio sobre mi libro Hielo. Gracias, amigo.

Por los caminos del frío

Por José Luis Zerón
 

José Luis García Herrera, nacido en Esplugues de Llobregat en 1964, es rapsoda, crítico literario, narrador y antólogo (en 1994 tuvo el detalle de incluirme en la antología Los nuevos poetas, editada por la inolvidable Seuba, y nos hicimos amigos. Siempre le agradeceré aquel espaldarazo), pero por encima de todo en un veterano poeta con dieciséis títulos de poesía y varios premios importantes a sus espaldas, merecedor de un mayor reconocimiento por parte de la crítica. Sus primeros poemarios, Lágrimas de rojo niebla (1990, Premi Vila de Martorell 1989) y Memoria del olvido (1992) son imaginativos, arrebatados, intensos, con una tendencia visionaria y marcadas influencias del surrealismo, el Neruda más metafórico y los poetas de la Generación del 27, especialmente Vicente Aleixandre. En su tercer libro, Código privado (1996) inicia una evolución hacia una poética templada, lúcida, transitiva, de hondo contenido humano, que podríamos llamar figurativa.


Hielo, último libro de poemas publicado por el autor (Premio Rei en Jaume, 2011) tiene una relación argumental con dos poemarios suyos: Mar de Praga (2005, Premio Blas de Otero 2004) y Cuaderno de Britania (2010, Premio Juan Alcaide, 2010). En mi opinión, los tres poemarios conforman una trilogía sobre el viaje como metáfora en la poesía de José Luis García. El título de este último es escueto, sentencioso y sugerente. Tiene un doble sentido geográfico y existencial, pues alude al clima nórdico, inhóspito, cuando no agresivo para un hombre mediterráneo, y a la crisis anímica del poeta, desamparado, solo y a la deriva con sus íntimas catástrofes por una ciudad que les del todo ajena y con la que, no obstante, se identifica. De hecho, la nieve y el sentimiento de orfandad son los dos núcleos temáticos de este libro que se abre con el poema El viaje (Madrid- Copenhague):“El viaje posee matices de destierro./ No solo es la distancia física la que separa/ el tacto cercano de los cuerpos. Hay otra distancia –la cotidiana, la afectiva-/ abriendo un abismo en las fronteras del corazón./ El viaje recorre ambas distancias, las aleja,/dejando en el ánimo cierta sensación de desamparo, de orfandad, de pérdida/ ante los miles de personas que cruzan/ la amplia terminal del aeropuerto”.

El libro continúa con poemas que son breves anotaciones de un estado de ánimo cercano a un naufragio que no llega a consumarse. El poeta, turbado flâneur, se mueve por la capital danesa, camina por sus calles y plazas, siente el frío de la noche, se refugia en los cafés. Le fascina la tierra del Norte y al mismo tiempo experimenta los rigores de un viaje que tiene muy poco de iniciático y mucho de ritual fatalista: “Es otoño, pero parece invierno. Lejos de aquí/ mi madre cose el silencio de la casa/ que han abierto sus hijos con la ausencia (…) El frío de la noche borra las huellas de mis manos/. Todo enmudece. Todo adquiere el color blanco /que anuncia el mar de la nostalgia/ y la negrura espesa que precede al silencio. / Lejos, muy lejos, mi padre lee unas cuartillas/ las palabras que no sé decirle por teléfono./ El frío de la noche ha cerrado las puertas”(El frío de la noche).


La nostalgia y la poesía son asideros contra la soledad y la intemperie (“La poesía es mi refugio”, escribe el autor), si bien también pueden tener aristas: “un verso me descubre la tormenta interior/ en la que desordeno la verdad de la lluvia.” (caminos cruzados). “Soy huésped de mis ruinas./ Todo lo que levanté/no evitará mi paisaje al olvido (…)” (La sombra del silencio). La palabras no siempre consuelan, ni posibilitan el acercamiento a la vida: “No hay palabras que cierren/ las heridas del silencio. Ni miradas/ que escarben más allá de la sombra/ El paso lejano de la noche/ aviva el deseo de la mujer que añoras./ Besas el perfume caído en las esquinas/ de las almohadas. No hay veneno/ más amargo que el frío de la ausencia (Veneno). Y esa ausencia omnipresente percute con dureza en el poema Hablando solo, así como en los versos finales de Gammel Kongevey (“Nadie me ayuda/ a recoger los escombros/ de mis propios pasos”) y en ese tierno poema titulado Compartimos soledad –no exento de patetismo- dedicado a la sirenita, la escultura más famosa de Dinamarca: “Nos une esa mirada perdida en el vacío, ese destino/ trazado sobre las olas frías de la espera”.


José Luis García Herrera ha trabajado este poemario con un lenguaje austero que refrena el ensueño y el estallido del caos. Los poemas parten de pequeñas anécdotas biográficas y de lugares comunes, pero concluyen en lo esencial. Son sentenciosos –a veces casi aforísticos-, translúcidos, monocromáticos y silenciosamente tormentosos, aunque sensitivos. Con un tono entre lírico y narrativo, el poeta expresa su soledad, su tristeza, su perplejidad, y lo hace sin énfasis, con una serenidad estoica. El discurso de Hielo está elaborado con la sustancia personal del autor, pero no es solipsista o egocéntrico. El confesionalismo, siempre lúcido y evocador, está dotado de una sincera humanidad. El lector puede entrar en él y hacerlo suyo sin el menor esfuerzo. El paisaje frío y crepuscular por el que transita el poeta, allí donde acontece la ruptura de la luz, es también el camino para llegar al fondo de la realidad.


Pese a todo, Hielo tiene sus epifanías cotidianas, sus momentos de esperanza –la esperanza anida en la ausencia-, emotividad e íntima y fugaz felicidad: “Hoy es hielo lo que encuentro/ a cada día que pasa. /Con la ilusión del niño/ que ignora que todo juego acaba/ me aferro a los aromas de este sueño/ que puebla de naranjos mi almohada (sueño). En el mismo tono de reconciliación con la realidad están escritos los versos finales de Color de tu presencia: “Guardo en mis labios el sabor de los tuyos…/ El calor de tu presencia abriga mis sueños./ Y al regresar a la calle, al mar de la noche, / los puñales del frío ya no hieren mi carne/ ni me roban la sonrisa los fantasmas del hielo”. Y también los versos esperanzados de A su manera, el poema que cierra el libro: “He salido a recorrer esta ciudad con otros ojos/ y he aprendido a amar lo que por distinto/no deja de ser hermoso a su manera”.


José Luis García Herrera ha escrito con palabras sencillas un libro de poemas equilibrado, maduro, medular, que nos aflige y conmueve por su melancólica belleza.

José Luis Zerón Huguet