Recibo, con alegría, la noticia de que al poeta cordobés Pablo García Baena le han concedido el premio Federico García Lorca de poesía. Una gran noticia y un más que merecido reconocimiento a la trayectoria de este gran poeta andaluz, al que descubrí tardíamente pero que fue un gran hallazgo para mí, cuando cayó en mis manos su antología El nocturno azahar y la melancolía (¡qué gran título!) en uno de mis viajes a Madrid. En el viaje de regreso fue leyendo cada uno de los poemas y sumergiéndome en especial mundo poético y en la magia con la que va disponiendo palabras e imágenes a través del verso. Como entre Garcías anda el juego, a ver si pronto yo también me uno a este selecto grupo de grandes poetas ;-) Mi más sincera y cálida felicitación al maestro.
Bajo tu sombra, Junio...
Bajo tu sombra, Junio, salvaje parra,
ruda vid que coronas con tus pámpanos las dríadas desnudas,
que exprimes tus racimos fecundos en las siestas
sobre los cuerpos que duermen intranquilos,
unidos estrechamente a la tierra que tiembla bajo su abrazo,
con la mejilla desmayada sobre la paja de las eras,
la respiración agitada en la garganta
como hilillo de agua que corriera secreto entre las rosas
y los labios en espera del beso ansioso
que escapa de tu boca roja de dios impuro.
Bajo tu sombra, Junio,
yedra de sangre que tiende sus hojas
embriagando de sonrisas la pared más sombría,
la piedra solitaria;
Junio, paraíso entre muros, que levantas la antorcha de tus árboles
ardiendo en la púrpura vesperal,
bajo tu sombra quiero ver madurar los frutos,
las manzanas silvestres y los higos cuajados de corales submarinos,
la barca que va dejando por los ríos lejanos sus perfumes,
los bosques, las ruinas,
las yuntas soñolientas por los caminos
y el zagal cantando con un junco en los labios.
Quiero oír el inquieto raudal de los torrentes,
el crujido de las ramas bajo el peso del nido
y el resonante silencio de las constelaciones
entreabriendo sus alas como pájaros espumantes de fuego
al fúnebre conjuro de los nocturnos pífanos.
Bajo tu sombra quiero esperar las mañanas fugitivas de frescura
y los atardeceres largos como miradas
cuando todo mi ser es un canto al amor,
un cántico al amor entregado,
mientras las manos se curvan sobre las espaldas desnudas
y mis párpados se tiñen con el violento jacinto de la dicha.
Pablo García Baena
(del libro Junio)