lunes, 3 de enero de 2011

UN HOMBRE HA TERMINADO DE ESCRIBIR, de Alfonso Pascal Ros


Con este libro de poesía obtuvo su autor, Alfonso Pascal Ros (Pamplona, 1965) el IV Premio "Ciudad de Pamplona". Conozco a Alfonso desde hace muchos años y, desde siempre, me ha sorprendido y me ha maravillado su capacidad para reinventarse e ir creciendo poéticamente tras cada libro. Ha publicado una veintena de libros y, en todos ellos, ofrece nuevos matices de su poética, de su particular forma de expresión.
En este libro vuelve a sorprenderme con su capacidad para expresar los entresijos de la condición humana, con un lenguaje certero, preciso y cargado de una finísima ironía.
Un hombre ha terminado de escribir no supone un final de ciclo, ni nada parecido. Es un paso más, y un paso decidido, en su larga trayectoria poética. Este poemario es un caleidoscopio de imágenes variadas del hombre cotidiano en el que todos nos veremos reflejados pues las aspiraciones, los anhelos, las desilusiones... que van sucediéndose a través de los poemas del libros las hemos vivido, en cierto modo, o casi en idénticas circunstancias, la mayoría de nosotros.
Los poemas han sido escritos siguiendo una estrofa original y maleable: poemas de doce versos endecasilábicos con rima asonante arromanzada. Esta versificación le permite al poema un ritmo y una cadencia muy acorde con el tono humorístico, ácido, irónico -y altamente reflexivo- que desprenden las palabras, los versos, las estrofas, de este libro plagado de momentos geniales y únicos. Un poema conduce al otro y así, en este orden -o aleatoriamente- vamos engarzando las piezas que conforman el cuadro de este personaje con el que nos identificamos.
Sorprende, por su acierto, el uso de una versificación clásica con la modernidad -acorde a sus tiempos- de las actitudes actuales de la sociedad que recogen los poemas de Alfonso Pascal Ros. Cada poema, en cierto modo, es una radiografía del hombre medio, de la gran mayoría de los mortales, de las personas de a pie que cada día nos cruzamos a la salida de un Café, a la entrada de unos grandes almacenes o en la cola de una librería. Ésa es la gran virtud de este libro: su cercanía, su cotidianidad.
Posiblemente haya algo de autobiográfico en una parte -más o menos mínima o amplia del libro- pero creo, como ya he dicho, que en gran parte de los poemas nos podríamos ver reflejados todos. La vida aparece, a través del entramado de los versos, tal cual es. No hay trampas, ni trucos, ni atificios. Simplemente hay poesía, gran poesía.
Aquí os dejo dos poemas como una mínima muestra. Os recomiendo, encarecidamente, la lectura de este hermoso, y acertado, poemario.
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Y si después de todo no compensa,
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Y si después de todo no compensa,
tanta entrega y afán, tamaño esfuerzo
por el verso buscado el resultado
que el papel le devuelve, cuánto tiempo
perdido sin vivir y cuántas cosas
fuera sacrificadas por un cero.
y si después de todo sin testigos
del combate diario cuerpo a cuerpo,
tanto ahínco no sirve ni siquiera
para decir que lo importante cuando menos
es haberlo intentado sin reservas...
Y si después de todo tantos ceros.
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Volvía cada noche del trabajo
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Volvía cada noche del trabajo
tentado de cantarle las cuarenta
por la mañana al jefe. Ya no pasa
sin que sepa este tipo con quién juega.
Como tenga ocasión, os lo aseguro,
confiesa a los más íntimos, le espera
lo no escrito, que no soy nadie yo
cuando alguien se me mete entre las cejas.
Hasta aprieta los puños y hace planes
y a la noche siguiente otras cuarenta
para cantar mañana y de ponerle
a caer de un burro al jefe. Este se entera.
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Alfonso Pascal Ros

2 comentarios:

  1. Sentimientos valientes y sinceros reflejan estos dos poemas, donde muchos podemos vernos reflejados.

    Gracias por hacérnoslos conocer.

    Un abrazo

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  2. Estimada Mercedes, muchas gracias por tus comentarios. Estos dos poemas son sólo una mínima muestras de la infinidad de aspectos de la condicidón humana que reflejan los poemas de este hermoso libro.

    Un abrazo.

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