viernes, 26 de febrero de 2010

ROSALÍA DE CASTRO Y CARLOS NÚÑEZ

Esta mañana, de camino a la oficina, he insertado en el equipo de música del coche, el cd de Carlos Núñez, A irmandade das estrelas, ideal para huir de la rutina matunina del tráfico y para introducirse en un mundo más idílico que el ofrecido por el ruidoso trazado del tráfico. Un placer musical que alcanza una de sus más altas cotas cuando empiezan los acordes de la canción Negra Sombra, con la voz de Luz Casal e inspirado en un poema de Rosalía de Castro:

"Cuando penso que te fuches,
negra sombra que me asombras,
ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.
...................................................
En todo estás e ti es todo,
pra min i en min mesma moras,
nin me deixarás zi nunca,
sombra que sempre me asombras."

Me sobrecogió la primera ez que escuché esta canción y me sobrecoge siempre que la escucho. Posee una atmósfera de misterio, de noche profunda, de camino de ida sin retorno, que encoge el corazón y, a su vez, magnifica el sentido de la vida. Por esa razón. cuando Francisco Miguel López Jiménez, desde el Capítulo de Málaga de la AIP, me invitó a participar en el homenaje a Rosalía de Castro pensé en esa canción y en ese poema como fuente de inspiración para el poema que escribí. Todas esas conjunciones y esos recuerdos se han producido esta mañana, escuchando a Carlos Núñez (que recomiendo con todo el entusiasmo) y reviviendo, con emoción, el paso de la negra sombra.

NEGRA SOMBRA

En la noche cerrada, con una luna perdida
entre nubes de tormenta,
arrastro mi sombra negra por los viejos caminos
donde almas solitarias avanzan y huyen
como ríos que se tragan las tinieblas.
Más allá de los bosques, en los acantilados
donde un gaitero se enfrenta
a las olas del mar y a los caballos del viento,
mi negra sombra se viste las heridas
de las rocas que lloran agua negra
de jóvenes viudas y marineros muertos.
Negra sombra que me asombra
entre calles porticadas donde la lluvia deja
huellas de peregrinos en el dolor de la piedra.
Negra sombra que me acompaña
por los viejos caminos
que me traen desde la infancia.
Negra sombra a la que pido
que jamás me abandone
mientras la vida me lleve
por caminos sin retorno.

José Luis García Herrera

lunes, 22 de febrero de 2010

25 AÑOS SIN SALVADOR ESPRIU

Hoy se sumplen 25 años del fallecimiento de Salvador Espriu, posiblemente -y con casi toda certeza- el poeta catalán más decisivo e influyente durante la etapa franquista y, quizá por esa misma razón, un poeta que llegó -o llegamos los de mi generación- un poco tarde al reconocimiento merecido. Si mal no recuerdo -ha llovido y llueve y seguirá lloviendo, espero- fue por el año 1980 cuando leí por primera vez a Salvador Espriu. Estudiaba en el instituto y como lectura obligada -que siendo poesía para mí no era ninguna obligación- su libro El caminant i el mur. Fue, sin duda, todo un hallazgo. Muy, muy lejos, de todo lo que había leído con anterioridad. La suya era -lo recuerdo así, la vivo así- una poesía áspera, cruda, existencial... y verdadera. Era una poesía que no dejaba indiferente. Provocaba la atracción o el rechazo. A mi me atrajo, me sedujo, me ganó. De El caminant i el mur pasé a Mrs. Death y de allí a la Pell de Brau. Durante unos años fue lector de Espriu y Espriu fue un referente necesario -merecidamente- para la poesía. Conocí la noticia de su muerte cumpliendo el servicio militar en Berga. Apenas si pude comentarlo con algún compañero de milicias. Un año después asistí a un concierto que organizaba la Sección Catalanista de Sant Andreu de la Barca y regalaban una antología de Espriu a la salida. Fue una sorpresa muy agradable (entonces el mundo era otro, regalaban poesía) y fui leyendo su poesía de regreso a casa. De todos los libros de Espriu que tengo en mi estudio, El caminant i el mur continúa siendo mi preferido. No sé si es porque fue el primero, o porque es un libro grandísimo. Pero el caminante sigue haciendo camino y -prácticamente- todos los muros han caído, o están por caer.

A LA MANERA DE SALVADOR ESPRIU

Mi viejo precio he de pagar, la muerte,
y hoy se me cansan los ojos de la luz.
Bajados con esfuerzo todos los escalones,
me adentran en dominios de la muerte.

En el silencio me elevo rey de la noche
sabiéndome al servicio de doloridos hombres.
¡Ay! y ¿cómo guiar este dolor inmenso
hasta el cercado de las palabras de la noche?

Pasan el viento, el triunfo, el reposo,
entre hileras de llamas y de arqueros.
Cautivo de mis muertos y mi nombre,
en muro me convierto, camino de mí mismo.

Versión de José Corredor-Matheos

sábado, 20 de febrero de 2010

PRAGA E ISABEL-CLARA SIMÓ

Creo que no es ningún secreto si declaro que soy un enamorado de la ciudad de Praga. La capital checa fue para mí un gran descubrimiento y una fuente de inspiración poética que me brindó un libro, Mar de Praga, del que me siento muy orgulloso. Por dicha razón, todo aquello -y principalmente la poesía- que esté relacionado con la ciudad de Praga posee un atractivo especial para mí. Y uno de esos momentos especiales me ocurrió hace un par de días cuando, al comprar el libro de poemas El Conjur (El Conjuro) de la escritora catalana Isabel-Clara Simó, descubrí un poema (el que cierra el libro) dedicado a la sinagoga Pinkas y, por ende, dedicado a la ciudad de Praga. Ciudad, dicho sea de paso, que a nadie deja indiferente; ya sea por su historia, por su belleza arquitectónica, por el atractivo romántico que despliegan muchos de los rincones que trazan el ritmo sinuoso de sus calles. El poema en cuestión, Les parets que sagnen (Las paredes que sangran) retrata la emotividad y la desolación que deja en el alma la visita a la sinagoga Pinkas. Todo aquel que la halla visitado advertirá, inmediatamente, la intensidad emocional del poema. Y para todo aquel que aún no la haya visitado será también un golpe en el corazón. Porque Isabel-Clara Simó logra, con acertada visión, con palabras que hieren, reflejar los sentimientos encontrados de todo aquel que, ante la lista de miles de nombres escritos, comprende las leyes de un horror y de un desastre que no debiera repetirse.

LAS PAREDES QUE SANGRAN

Si un día vas a Praga, allí donde el Moldava
lame la tierra en volutas elegantes, no dejes
de entrar en la sinagoga Pinkas. Es fácil de encontrar,
pues es allí donde los checos lloran a las víctimas judías,
en el cementerio más famoso del mundo.
Cuando entras, las paredes gritan, y sientes que te salpica
la sangre de los inocentes. Allí están escritos,
en letras muy pequeñas, pared tras pared:
cuarenta y cinco mil quinientos judíos de Chequia, la bella.
Por orden han escrito sus nombres, y han puesto
la edad. La lista cubre muros y rincones,
los dinteles y las lindes: toda la sinagoga
es una libreta fúnebre. Es el balance de un genocidio.
Cuando entras en la sinagoga Pinkas sientes deseos
de llorar, y sientes que la garganta te quema y quieres
huir. ¿Dónde huirás, esclavo de los prejuicios,
si no adentro mismo de la pared?
En el mundo hay muchos memoriales parecidos,
sangre vertida, insensata codicia
de personas que creen que matar
es su deber. Pero en la sinagoga Pinkas,
en el corazón de Praga, te sientes como un verdugo,
como si las paredes que sangran, las paredes
que gritan, fuesen escritas para ti,
porque tú, déjame que te lo diga ahora,
también formas parte de la repugnante tropa
de los asesinos. No te hagas ilusiones:
te revuelves indignado porque tienes
tu parte de culpa, porque tú también mataste.
Al lado, está el cementerio de lápidas torcidas,
más triste que todos los cementerios
donde lloramos por nuestra vida efímera.
No es necesaria ninguna lección de Historia: sólo mira
las paredes de Pinkas, y prueba el amargo
sabor de la muerte en tus labios.

Traducción: José Luis García Herrera

viernes, 12 de febrero de 2010

ALMUDENA VIDORRETA Y QUÉ LEER

Subo al tren y encuentro un asiento libre frente a dos chicas que regresan de la Universidad (al menos las carpetas delatan que son universitarias) y, una vez el tren en marcha, abro mi maletín y cojo el ejemplar de la revista Qué Leer que he comprado antes de entrar en la estación. Ellas me observan curiosas y -eso me ha parecido vislumbrar- algo frustadas al ver que mi revista es de literatura. Imagino que hubiesen preferido algo de literatura amarilla, pero no era el caso. La cuestión es que, con el traqueteo y centrado en la lectura, leo los comentarios de Enrique Villagrasa en la sección que la revista dedica a la poesía. En ella, como destacado, Enrique valora el libro de Almudena Vidorreta, Algunos hombres insaciables. La casualidad asoma por entre las líneas (o el destino para aquellos que creen que nada está sujeto al libre albedrío) pues hace un par de semanas que he leído el libro de Almudena y me alegra encontrarme con la brevísima reseña (brevedad que viene dada por el pequeño, casi mínimo espacio, que Qué Leer destina a la reseña de poesía) con la que Enrique hace auténticos encajes de bolillos para analizar las claves del libro. Desde esta humilda tribuna quisiera solicitar y reclamar un espacio más amplio para la poesía en Qué Leer. Y, aunque son unas pinceladas mínimas sobre la calidad del libro, estoy plenamente de acuerdo con sus palabras. La poesía de Almudena tiene la virtud de crear un doble juego con el lector y hacerle cómplice de ese juego. Son poemas con un lenguaje de hoy pero con una estructura clásica en cuanto a las idas y venidas del verso, más que en cuanto a la forma métrica. Quizá sea difícil plasmarlo en palabras pero el poema que acompaña a este artículo (que es de su libro anterior pero que me parece excelente y por eso lo traigo aquí; ya vendrán otros) plasma muy claramente (y mejor que mis palabras) lo que quiero decir. Almudena es una virtuosista del ritmo y mantiene ese latido poético desde principio a fin; cuestión ésta difícil de conseguir cuando se escriben poemas normalmente extensos, como es el caso. Poesía fresca, actual, novedosa, sorprendente... Una poeta a seguir con absoluto interés, a descubrir para quien aún no la conozca.

Soy una mujer polivalente y puedes medirme en letras.
De cien a doscientos versos de mi carne
esparcidos en papel cuadriculado a tinta verde.
Puedes medirme en letras como briznas de hierba
sutilmente pisadas como mi nombre a lápiz
y así, después, puedes quemarme o borrarme,
puedes fumarte mi importancia y olvidarme...
Ya lo has hecho, y hoy me das un verso a cambio
y yo me convierto en aire que no respiras por estar condensado,
soy aire al que renuncias para que pueda escribirte.
De manera que puedes, puedes medirme en letras.
Permití que me escribieras para después borrarme.
Si soy una mujer polivalente, ¿por qué no puedes usarme ahora?
De cien a doscientos litros de tinta verde, condensada,
exprimiéndome la carne para que salgas, expulsarte
y ganar así unos versos con los que midas
la hierba que pisaste, las letras de mi nombre borrado por ti.

Almudena Vidorreta

martes, 9 de febrero de 2010

REVISTA PARLADA DE L'AULA DE POESIA DE BARCELONA

En artículos anteriores mencionaba diversas asociaciones o centros de Barcelona donde se organizaban, con regularidad, recitales poéticos, tertulias, presentaciones de libros... Olvidé, por entonces, mencionar (y seguro que todavía sigo olvidando a otras) el ciclo de lecturas que, bajo el nombre de Revista Parlada, organiza el Aula de Poesía de Barcelona. Estas sesiones están coordinadas y presentadas por el poeta José Antonio Arcediano y se celebran en la sala de arte Cincómonos, situada en el nº 283 de la calle Consell de Cent de la ciudad condal. En estas lecturas siempre, por lo general, recitan dos poetas. Un poeta de cierto renombre y un poeta con, quizá menos nombre pero, no por ello, de menor calidad; pues la calidad es un elemento esencial en la composición de estas lecturas poéticas. Mañana miércoles, a las 19:30h, recitan Jaume Bosquet y Carol Gómez Pelegrín. En pos del reflejo del carácter bilingüe de Barcelona el Aula de Poesia de Barcelona invita, en una misma sesión, a un poeta catalán/ana y castellano/na. A Carol Gómez no la conozco y, por tanto, no puedo dar muchos detalles sobre ella, pero de Jaume Bosquet si tengo referencias pues leí, no hace muchos meses, su libro La mateixa història (La misma historia) que mereció el premi de poesia Pollença 2006. La suya es una poesía que conjuga una mirada interior con toques de humor que, pretendiendo restar trascendencia, consigue que cale hondo esa voz que narra lo que ocurre de adentro hacia afuera, haciéndonos partícipes de ese mundo propio que el poeta forja entre los versos. De este libro plasmé en poema Setembre (Septiembre) en otro blog. Un poema que, sinceramente así lo creo, refleja lo anteriormente expuesto. A todos aquellos que mañana os acerquéis a Cincómonos os deseo una feliz velada poética.

SETEMBRE
El repiqueteig del pollancre és juganer i gràcil
i fa pensar en la música de Mozart, tan lliure i líquida.
Josep Pla

Encapotada de bromes,
també aquesta tarda és bona perquè et contin,
un cop més, la història de sempre.
Aquí mateix,
al costat del vial sorollós de camions i de motos,
dotze pollancres, solitaris a la prada,
proclamen la seva immensitat.
Digues que sí, que pots tenir als teus ulls
la imatge del planejar de milers d'estornells
-com una rajada gegant en un mar d'aire i de cel-
reclamats per la força suprema de les branques
i per la sonoritat delicada de les fulles.
Pensa-hi doncs, ets tu qui ha vis desaparèixer,
en un moviment convuls,
el peix fantàstic als braços amorosos.

Jaume Bosquet

SEPTIEMBRE
El repiqueteo del chopo es juguetón y grácil
y hace pensar en la música de Mozart, tan libre y líquida.
Josep Pla

Encapotada de brumas,
esta tarde también es buena para que te cuenten,
una vez más, la historia de siempe.
Aquí mismo,
al lado del camino ruidoso de camiones y de motos,
doce chopos, solitarios en su pradera,
proclaman su inmensidad.
Di que sí, que puedes tener en tus ojos
la imagen del planear de miles de estorninos
-como un chorreo gigante en un mar de aire y de cielo-
reclamados por la fuerza suprema de las ramas
y por la sonoridad delicada de las hojas.
Piensa pues, eres tú quien ha visto desaparecer,
en un movimiento convulso,
el pez fantástico en los brazos amorosos.

Traducción: José Luis García Herrera

lunes, 8 de febrero de 2010

1936

Una molesta faringitis me ha tenido enclaustrado en este día de frío y lluvia. Malestar de garganta y melancolía. Me he refugiado en la lectura de dos libros que tienen muchos aspectos en común: la poesía, un final trágico y la guerra civil. He estado leyendo (y seguiré en los próximos días) la biografía de Miguel Hernández realizada por José Luis Ferris, posiblemente la mejor biografía que se haya escrito sobre el poeta de Orihuela y Lorca, el último paseo de Gabriel Pozo, un documento sobrecogedor sobre los últimos día de Federico García Lorca y la Granada anterior y posterior a la guerra civil. Ambos libros encuentran punto de unión en aquel Madrid prebélico que desembocaría en una guerra fratricida y 1936 sería para ambos (aunque por distintos motivos) un año determinante en sus vidas. Pero más allá de vencedores y vencidos, más allá de cualquier ideología, más allá de un pasado que debería servir para no caer en los mismos errores, me duele constatar, tras la lectura de ambos libros, como una generación de escritores geniales (hablamos del 98 y del 27) desaparecía bajo el dictado de las balas o se dispersaba por los entramados incurables del exilio. Es cierto que no todos los escritores, los artistas, marcharon durante la guerra. Hubo quienes tomaron partido en el bando ganador y no se vieron obligados a romper con la tradición literaria, pero la fractura ya estaba hecha y aquel período de esplendor vivido en la primera mitad de los años treinta no volvió a reeditarse. Leo, pues, con honda tristeza ambos libros. La historia no puede cambiarse y los hechos están ahí. La guerra (y el odio, y las rencillas, y la intransigencia) puso fin a la vida de Lorca y Miguel Hernández entró en lucha para caer en los calabozos del fin. No deseo juzgar, ni juzgo. Como ya he dicho es Historia, hechos acaecidos que nadie puede mover. Pero ello no evita que, al leerlos, me invada cierta tristeza honda: pena por lo que ocurrió, por lo que no pude ser.

jueves, 4 de febrero de 2010

ÀLEX SUSANNA, EN CAMBRILS

Mañana viernes, 5 de febrero, a las 7 de la tarde, el poeta Àlex Susanna ofrece un recital en Cambrils. Lo hará dentro de los recitales que el Aula de Poesía de la "Antena del Coneixement de la URV a Cambrils". Estos actos están coordinados y presentados por el poeta Ramón García Mateos, un excelente poeta que siempre, desde que le conozco, se ha distinguido por promover y difundir la poesía desde diferentes ámbitos y foros, y siempre con la calidad como máximo exponente de sus actividades.
Este viernes es el turno del poeta Àlex Susanna. He tenido la oportunidad de escuchar a Àlex Susanna recitar sus poemas, en más de una ocasión. Es una experiencia que no se olvida. Una experiencia de la que se aprende. Porque Àlex consigue presentar la lectura del poema creando un ambiente de intimidad sobre el mismo, acercándolo al lector, alcanzando un alto grado de complicidad. Y lejos de cualquier grandilocuencia, lejos de todo los que pudiera sonar falso, la voz de Àlex Susanna se amolda al ritmo discursivo de los poemas, de esas experiencias que son comunes para la gran mayoría pero que en sus poemas adquieren el don cotidiano de la trascendencia. Conocí su poesía a través de su libro Palau d'hivern (1987) y tuve la oportunidad de conocerle personalmente pocos años después, en la presentación de mi primer libro Lágrimas de rojo niebla, en la presentación de los premios "Vila de Martorell".
Por todas esta razones, lamento no poder estar mañana en Cambrils y disfrutar de la poesía (no sólo del poema, si no de todo lo que rodea al poema) de Àlex. Por ello, desde aquí, animo a todo aquel que pueda asistir que no se lo pierda. Disfrutará.