lunes, 22 de febrero de 2010

25 AÑOS SIN SALVADOR ESPRIU

Hoy se sumplen 25 años del fallecimiento de Salvador Espriu, posiblemente -y con casi toda certeza- el poeta catalán más decisivo e influyente durante la etapa franquista y, quizá por esa misma razón, un poeta que llegó -o llegamos los de mi generación- un poco tarde al reconocimiento merecido. Si mal no recuerdo -ha llovido y llueve y seguirá lloviendo, espero- fue por el año 1980 cuando leí por primera vez a Salvador Espriu. Estudiaba en el instituto y como lectura obligada -que siendo poesía para mí no era ninguna obligación- su libro El caminant i el mur. Fue, sin duda, todo un hallazgo. Muy, muy lejos, de todo lo que había leído con anterioridad. La suya era -lo recuerdo así, la vivo así- una poesía áspera, cruda, existencial... y verdadera. Era una poesía que no dejaba indiferente. Provocaba la atracción o el rechazo. A mi me atrajo, me sedujo, me ganó. De El caminant i el mur pasé a Mrs. Death y de allí a la Pell de Brau. Durante unos años fue lector de Espriu y Espriu fue un referente necesario -merecidamente- para la poesía. Conocí la noticia de su muerte cumpliendo el servicio militar en Berga. Apenas si pude comentarlo con algún compañero de milicias. Un año después asistí a un concierto que organizaba la Sección Catalanista de Sant Andreu de la Barca y regalaban una antología de Espriu a la salida. Fue una sorpresa muy agradable (entonces el mundo era otro, regalaban poesía) y fui leyendo su poesía de regreso a casa. De todos los libros de Espriu que tengo en mi estudio, El caminant i el mur continúa siendo mi preferido. No sé si es porque fue el primero, o porque es un libro grandísimo. Pero el caminante sigue haciendo camino y -prácticamente- todos los muros han caído, o están por caer.

A LA MANERA DE SALVADOR ESPRIU

Mi viejo precio he de pagar, la muerte,
y hoy se me cansan los ojos de la luz.
Bajados con esfuerzo todos los escalones,
me adentran en dominios de la muerte.

En el silencio me elevo rey de la noche
sabiéndome al servicio de doloridos hombres.
¡Ay! y ¿cómo guiar este dolor inmenso
hasta el cercado de las palabras de la noche?

Pasan el viento, el triunfo, el reposo,
entre hileras de llamas y de arqueros.
Cautivo de mis muertos y mi nombre,
en muro me convierto, camino de mí mismo.

Versión de José Corredor-Matheos

2 comentarios:

  1. Es un poeta de largo recorrido. Queda su obra y saldrá del ostracismo por su valor incalculable.

    ¡Gracias por participar en el homenaje!

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  2. A VPamies,
    es un poeta al que debo mucho y no se lo he reconocido suficientemente. Su poesía es fuerte y trascendente. Nos enfrenta siempre en el debate del sentido de la vida y de la muerte. Pero quien teme a la muerte, quien habla de la muerte con tanto valor, nos transmite un alto deseo de vivir.

    Fue un placer sumarse al homenaje. Y un acto de conciencia.

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