Hoy, martes, he recibido un libro del poeta oriolano José Luis Zerón Huguet. Son muchos años de amistad epístolar y telefónica (queda todavía pendiente un encuentro en Orihuela, en su ciudad, visitando la casa de Miguel Hernández) y muchos los años en los que he ido leyendo su poesía con admiración y profundo interés. Admiro a J. L. Zerón porque, después de todos estos años transcurridos, sigue fiel a su poética, a su manera de entender la vida y de concebir la poesía a través de esas vivencias. La suya es una carrera literaria sólida, sin fracturas, con una concepción muy clara de sus intereses poéticos. Fiel a ese entronque entre hombre y naturaleza, en esa fusión con el paisaje levantino que requiere ser respetado y vivido en la plenitud de quienes caminan a través de él para reencontrarse en el camino de la vida. Su poesía es paisaje -dentro y fuera- pero va más allá de la contemplación del paisaje. Zerón Huguet se inmiscuye, se hace barro, árbol, piedra... Se hace grito ante la injusticia de la especulación, del sufrimiento, del olvido... Su poesía pretende -y logra- ser un canto a la belleza efímera y, a través de la palabra que exalta la luz de todo lo que sucede de manera cíclica -la vida, mismamente- buscarle un sentido a la existencia. Su poesía busca la trascendencia, desea trascender. Pero no en un sentido de eternidad, si no, precisamente dotando de ese sentido eterno a un paisaje, a la naturaleza, siempre viva, siempre cambiante, en estado continuo de celebración.
José Luis Zerón es editor de la prestigiosa revista de literatura Empireuma y entre sus libros encontramos títulos tan reconocidos como Solumbre, Frondas (premio "Nicolás del Hierro") y El vuelo en la jaula que fue seleccionado para el premio de la Crítica en el año 2004.
De este libro quisiera destacar 2 poemas. El primero dedicado a un gran poeta almeriense, José Antonio Sáez; el segundo, dedicado a un servidor. Gesto que, desde aquí y con toda la amistad que ello conlleva, agradezco públicamente a este gran poeta, y tocayo.
A José Antonio Sáez
Cuando el silencio se hace camino
y un dulce vértigo de lontananza
nos arrastra a encender la noche
apenas sabemos quiénes somos;
la memoria no es más que un rescoldo
en el desierto de la mirada.
En la soledad del paraíso
todo es espejismo.
Abiertos a la embriaguez de las cosas
somos un asombro prolongado.
A José Luis García Herrera
Escucho el rumor de la savia
en los jardines de la tarde
cuando todas las fronteras hablan
el lenguaje de la caducidad.
En los caminos de la claudicación
el viento arrastra sonoros coágulos de luz.
Tiemblo con la última palabra,
signo inútil de apertura,
y establezco alianzas con esta luz zodiacal
que me descubre el sentido oculto
de lo que es tan sencillo.
José Luis zerón Huguet
Interesante entrada.
ResponderEliminarHe participado el pasado 19 de noviembre en el X Encuentro de Escritores en El Campello con la finalidad de recaudar fondos para los damnificados de Lorca. Nos han obsequiado a todos los poetas con un par de libros y uno de los que me han tocado en suerte es "Ante el umbral" de José L. Zerón.
Quiero dejar aquí mi enhorabuena por su precioso poemario y su generosidad, gracias a la cual hoy lo tengo entre mis manos.
Un abrazo.