lunes, 5 de abril de 2010

DOS POEMAS DE JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO


Hace cinco años, en la librería La Central del Raval, antes de un acto literario, me encontré con José Ángel Cilleruelo, estuvimos hablando (de poesía, de la suya y de la mía, principalmente) y después de la charla José Ángel tuvo a bien, con mi sincera gratitud, entregarme un ejemplar de su libro Domicilios (Antología 1983-2004). Durante varias semanas su libro fue compañero de viaje. Y en el sentido más literal de la palabra. Hice dos viajes en aquellos días (a Holanda y a Portugal) y, en ambos, viajó conmigo; en ambos fue motivo, de lectura tanto en el asiento del avión como en el bar del hotel.
Su poesía me atrajo rápidamente. Su forma de plasmar la realidad, su manera de visitar el lado menos amable que la vida dedica a los desfavorecidos, me interesó. Su visión de la ciudad como microcosmos de una sociedad que va componiéndose (o descomponiéndose) por diferentes barrios, y tipologías, y modos, y paisajes (del centro al extrarradio) configura un abanico de personajes dispares que, en definitiva, plasman la realidad que viven las personas que residen en las ciudades y son parte de ese paisaje urbano.
El primero de los poemas que dejo este post es Alfama. Es un doble homenaje. Uno, al barrio más famoso de Lisboa; dos, a su vecino más ilustres, Fernando Pessoa. Si lees a Pessoa y paseas por Alfama, te das cuenta de la fusión entre ciudad, poeta y poesía. Eso queda reflejado espléndidamente en el poema de José Ángel. El segundo de los poemas es Canción del río Hudson, un poema que donde el río y la ciudad se funden en uno, y en esa fusión también la vida se mezcla en esa estrecha gama de oscuros y de grises.
.
ALFAMA
Un hombre es la ciudad en la que vive.
La lluvia fina que traga sus pasos
cuando un sábado vuelve a casa
de madrugada, y estuvo tan cerca y
no fue feliz. Un hombre es la ciudad
en la que viven otros hombres
que conversasn con sus palabras,
visten esos cuatro colores
y hasta pudieran ser él mismo.
.
CANCIÓN DEL RÍO HUDSON
El río es la ciudad.
Digiere la inmundicia
lenta de los desagües y devora los humos
que restringen por su lomo en las madrugadas
de mercurio.
Barcazas con bidones
apilados y oscuros desbaratan
el trazo de las luces sobre el cauce.
Barcazas con enormes cubos
de desperdicios surcan las imágenes
de los enormes cubos del desorden.
Barcazas con las luces encendidas
y turistas borrachos, paquebotes
que dejan un sabor a gasoil en el aire,
lanchas y urcas con focos que disparan
su brillo a la madera calcinada
del agua.
Todo lo digiere, prieto
como la noche; todo lo dibuja
en su pizarra.
Y si algo estorba
o deshace el idilio que desde la avenida
miran ensimismados los amantes,
se besan, y ya nadie mira el río.
El río es la ciudad.
.
José Ángel Cilleruelo

No hay comentarios:

Publicar un comentario