viernes, 16 de abril de 2010

Esta mañana, caminando de un lado a otro por la ciudad de Barcelona, me he sentido como un nómada, como aquel que está en todos los lugares y siempre está en el mismo sitio. Y la palabra "Nómada" me ha llevado, en asociación de palabra y pensamiento, a un libro del poeta Juan de Dios García (Cartagena, 1975) que, con dicho título, el de Nómadas, obtuvo el XIII Certamen de Poesía María del Villar de Tafalla. Así que, cuando he llegado a casa, he ido directamente a la estantería y he cogido su libro y he leído algunos poemas del libro para revivir esa sensación de estar en todas partes y, a la vez, saber que estamos en el pequeño espacio que cubre nuestro cuerpo y el pedazo de sombra que nos acompaña cuando la luz encuentra el ángulo para reflejar nuestra silueta sobre ese suelo que nos abre la puerta del aire y de todos los caminos. Juan de Dios dirige la revista El Coloquio de los perros y ha escrito varias plaquettes y ha participado en varias antologías. El Coloquio de los perros es, a mi humilde entender, una de las revistas más interesantes y rabiosamente actual que se puede leer en estos momentos. En este libro, en Nómadas (donde el mundo teje de viajes el secreter de las palabras) el poeta nos habla de sus vivencias con un lenguaje directo, con ritmo y estructuras que podrían recordarnos la letra de una canción (no en vano las canciones de Van Morrison, Bob Dylan o David Bowie le han arrastrado hacia el mundo de la poesía) y trazan ese itinerario interior que despliega en cada poema como el viajero despliega el mapa antes y después de cada etapa del camino. Os dejo, pues, dos poemas de este libro interesante en forma y fondo, estos fragmentos del equipaje que todo nómada lleva en su trayecto y como parte del recuerdo.

ADIÓS AL SEÑOR KURTZ

El fuego al aire libre,
una tarde tranquila. Suenan guitarras dulces,
sin instrucciones, sólo deleitando.
No nos interesa el color del cielo,
tampoco sostener conversación.
Muy poco sitio para el odio aquí, en Sidi,
el fin de las colonias africanas.
Mantén viva esta ilusión de paraíso
todo el tiempo que puedas.
Dale la autoridad que se merece
al comportamiento inútil del péndulo.
No importa recordártelo de nuevo:
para vivir alegre, intuir la mentira
de las ideologías, moldear la realidad
con los sueños, hacer un barrido de estrellas.
No rechaces a Dios, hazlo literatura.

POSTAL DE ÉVORA

Aquí también el fruto romántico de la vid
y la sobria elegancia del olivo.
Durante el viaje
nos acompañaba
una profesora de lenguas mueertas.
Ella supo traducir
la leyenda que rezaba
en el dintel de la entrada
a la capilla: "Pasad,
nuestros huesos están
esperando a los vuestros".

Juan de Dios García

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